Añadí esta pieza a mi última compra por encargo de un buen amigo que colecciona monedas y billetes con motivos de fauna marina. Tiene cosas muy bonitas de diferentes épocas y andaba buscando un ejemplar de este as hipano-púnico en mejores condiciones de la que ya tenía.
La ciudad de Cádiz, Gadir o Gades según la época, fue fundada por los fenicios hacia el 1100 aC., según la tradición clásica 80 años después de la destrucción de Troya. La fundación de la colonia debía tener el claro propósito de servir como base para el comercio con las poblaciones de la costa y el interior y apoyar las rutas del Atlántico. Autores clásicos como Heródoto, y más tarde el romano Estrabón, destacaron la riqueza de la zona y las muchas y valiosas mercancías que se exportaban desde las tierras del estrecho. Entre ellas se contaban metales preciosos, la púrpura y los productos de la pesca, en forma de salazones y el “garum”, condimento a base del residuo de la salazón, que no podía faltar en casi ninguna delicatessen de la época. Dentro de los productos de la pesca destacaba en aquella época, al igual que hoy, el atún de aleta azul (atún rojo), los que figuran en el reverso de la moneda. Estos atunes deben forzosamente atravesar el estrecho en su migración que le lleva todos los años desde el Mediterráneo a las costas de Nueva Inglaterra. La ciudad, junto con todo el Mediterráneo occidental, pasó al control cartaginés en el VI aC., pero su máximo esplendor tiene lugar a partir del 237 aC., cuando Amilcar Barca establece allí su base tras la primera guerra Púnica. De esta época es la moneda de mi amigo, que destaca la importancia del atún como mercancía comercial en el reverso y la pone bajo la protección del dios Melkart/Hércules, para asegurar las rutas mercantiles. Después de la derrota de Cartago en la segunda guerra púnica la región pasa al control de Roma, que llevó a la costa gaditana al máximo nivel al desarrollo urbanístico y comercial que se había visto hasta la fecha.
La explotación comercial del atún se desarrolló gracias a la introducción de la almadraba por los fenicios, al tiempo de la fundación de Cádiz. Se trata de una técnica consistente en una especie de laberinto en el que los atunes se introducen hasta quedar atrapados en una suerte de corral de donde son extraídos del mar uno por uno. Esta técnica de pesca milenaria todavía se utiliza hoy en día, considerada a nivel global como el arte de pesca más sostenible para la captura del atún de aleta azul. Los atunes de las almadrabas del estrecho son de los que más cotizan en los mercados de Japón, el país al que viaja la mayor parte de la producción mundial de este pescado. La explotación del atún continuó en época romana, favorecida por el desarrollo del comercio interprovincial y la fuerte demanda de productos de la pesca en todo el imperio, especialmente por las clases más adineradas. Todo ese desarrollo protoindustrial se vio frenado de golpe tras el decreto de precios de Diocleciano, que hundió el comercio y asestó el golpe definitivo a la economía del imperio. Durante los siglos posteriores el consumo de atún de aleta azul quedó restringido a las zonas en las que se captura, como un producto de temporada y bajo valor. Incluso se lo consideró una especie molesta, que perjudicaba las capturas de otros pescados más rentables como el boquerón, la caballa o la sardina. En los años 50 el “atún rojo” se empleaba en Europa y USA como ingrediente en las comidas para gatos.
Después de casi dos milenios la situación cambió de nuevo cuando los japoneses rediseñaron el sushi y lo popularizaron como comida rápida y saludable a escala global. Al igual que muchas dietas y alimentos altamente valorados hoy en día, el sushi era, a comienzos del siglo XX, la comida de los japoneses pobres. Una ración típica de sushi consistía en una porción de arroz con pescado blanco salado y su consumo se llevaba acabo en el hogar preferentemente. Durante la era de crecimiento económico posterior a la segunda guerra mundial el consumo de sushi se sofisticó, adquiriendo un halo de tradicionalidad y mayor especialización. En los restaurantes de sushi de los 60 y 70 uno se sentaba a la mesa con un cocinero que le iba preparando y explicando los diferentes platos envueltos en una atmosfera casi ceremonial. Como nuestro bacalao salado, pasó de ser la comida de los pobres a un capricho para ricos. Es en esta época cuando las preferencias de los consumidores se orientan a pescados con mayor contenido en grasa y se introducen nuevas especies de pescado azul, entre los que el aleta azul se lleva la palma. A partir de ahí se dispara la demanda y vuelve la nueva época dorada de las almadrabas. Hoy un atún capturado en el estrecho pasa una inspección de técnicos japoneses en el terreno, si estos deciden comprarlo, lo que sucede en la gran mayoría de los casos, tarda pocas horas en salir refrigerado para Tokyo y será puesto a la venta, con un margen muy sustancioso, al día siguiente.
La invención, en un restaurante de Osaka, del servicio en cinta mecánica, revolucionó el mercado de sushi en Japón que disparó su consumo a nivel global cuando la patente pasó al dominio público en los 80. La demanda de “atún rojo” creció de forma exponencial y el recurso se vio seriamente amenazado. El desarrollo del engorde en jaula en varios países del Mediterráneo supuso un aumento de la competencia para las almadrabas, pero hoy, tres mil años después, continúan teniendo el mayor aprecio por parte de los clientes que mejor pagan.
Puede que me haya enrollado demasiado con el comercio de atunes, pero es un buen ejemplo de como las cosas que salen bien vuelven a salir bien algún día, aunque como en este caso haya tenido que pasar tanto tiempo. Paso a presentar la moneda:
As de Gadir, Cádiz, Principios del II aC.
Anv: Busto de Melkart a izquierda con piel de león y maza.
Rev: Dos atunes a la izquierda, creciente y punto entre las cabezas y “aleph” entre las colas.
ACIP 687
Peso: 11,36g.
Diámetro: 26mm.
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