LOS IDOLOS-ESTELA DE LA EDAD DEL BRONCE DE ACEITUNILLA (Cáceres)

-
LOS IDOLOS-ESTELAS DE LA EDAD DEL BRONCE DE ACEITUNILLA. (CÁCERES).

Otro de los casos policiales que sobre el patrimonio arqueológico de Extremadura figuran en el Volumen 16 de 2005 de la revista Complutum de la prestigiosa universidad pública madrileña en el artículo titulado: “La experiencia del Grupo de Delitos contra el Patrimonio Histórico de Extremadura”, es el de los Ídolos de Aceitunilla (Cáceres), de la Edad del Bronce. Quiero hacer un inciso y decir que la Comarca de las Hurdes contiene muy abundantes restos desde el año 8.000 a. C., y que su culmen está en la prehistoria, el calcolítico y la edad del bronce.

El asunto se masculló y mascó en la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, cuando estaba gobernada por Francisco Muñoz Ramírez, recordado por su nefasta gestión cultural. Se trataba de “apropiarse” de una serie de objetos arqueológicos que los ciudadanos de la comarca de las Hurdes (Cáceres) iban reuniendo en una alquería denominada Aceitunilla. Este almacenamiento era provisional, hasta que se construyera el prometido Museo de Hurdes, asunto éste que se sabía que nunca se llevaría a cabo, por la política centrista de no dispersar el patrimonio arqueológico, sino reunirlo lo más posible.

¿Pero, como arrebatar a los hurdanos el patrimonio cultural que estaban reuniendo en la alquería de Aceitunilla? Fácil para D. Francisco Muñoz Ramírez, que ya tenía experiencia: tan sencillo como la Guardia Civil por delante, varias detenciones y acusaciones de delitos de hurto de objetos con valor arqueológico y tráfico de piezas arqueológicas, aunque ni por asomo fuera verdad.

El asunto se ejecuto el día 25 de julio de 1.995. Ese tétrico día, oscuros personajes de la Junta de Extremadura, acompañados de la Guardia Civil, se personaron en la alquería de Aceitunilla, escribieron papeles y se llevaron con ellos a dos lugareños de los apenas 100 habitantes que posee. Después, en una escuela de niños se llevaron al autor intelectual, un maestro, como si de plena acción golpista de 1936 se tratara. Después hablaré más de este ”maestrino de escuela”. La acusación para la detención y posteriores actuaciones judiciales era la de los dos delitos que ya he mencionado: Hurto de objetos arqueológicos y tráfico ilegal de los mismos.

Ni que decir tiene, que los seis alcaldes que conforman la Mancomunidad Hurdana formaron una piña y se rebelaron contra el ATROPELLO defendiendo a sus convecinos, pues ni había hurto, ni había tráfico ilegal y todo el mundo sabíamos y conocíamos aquel almacenamiento. Lo dijeron claramente “esto es un robo a nuestra comarca, pero de las Autoridades Extremeñas”. Ni qué decir tiene que aquella operación era una más de la nefasta y maquiavélica “Operación Cigüeña” en las que tantas injusticias, encarcelamientos de personas y prevaricaciones se cometieron.

La conclusión es que la Comarca Natural de Las Hurdes en Cáceres, compuesta por seis municipios y más de 40 alquerías, se quedó sin su museo, que estaba proyectado construirse en un lugar llamado desde siempre “El Jordán”, se quedó sin su patrimonio cultura que iban reuniendo poco a poco. Las piezas fueron trasladadas a Cáceres, y tres de sus aldeanos tuvieron que sentarse en el banquillo de los acusados. Todos nos preguntamos si no había otra forma de actuar en este asunto, seguro que todos y cada uno de nosotros lo hubiéramos hecho mucho mejor.

En este punto quiero disculparme por incumplir mi deseo de no alargar mis intervenciones, pero no encuentro la manera de resumir esta más. Ya termino.

¿Quién era el maestro de escuela que en 1.995 sentó la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura en el banquillo de los acusados?

Yo estaba haciendo por entonces un trabajo en mis días libres sobre los prolíficos grabados rupestres de la Edad del Bronce que esa comarca contiene, y fue Félix Barroso el que me llevó por aquellas sierras a más de uno de ellos. En esas sierras, escondrijo de frailes, hay que tener además de patas, corazón, para andar por ellas en busca de cuatro líneas o una cazoleta inscritas en una roca de esquisto. A Félix, ya por aquella época, se le conocía cariñosamente como “el apóstol de las Hurdes” y con razones, pues Félix recopilaba y lo sigue haciendo hoy día cada noticia, dato, suceso, canción, persona reconocida, lugar, leyenda, mito, accidente, hallazgo… que en esa comarca se producían. Félix era y es el cronista de esa comarca desde hace muchos, muchos años. Yo le conozco más de cien artículos publicados en periódicos o revistas sobre Hurdes… también unos documentales. Gracias a Félix y su labor como “maestrino de escuela”, las Hurdes no son ya tanto las de Buñuel en su “Tierra sin Pan”. Gracias Félix.

Gracias por contarnos este atropello.