Las puertas de entrada a las ciudades romanas se encontraban en las salidas del cardo y del decumanus, pero también en otros puntos de la ciudad. Solían estar flanqueadas por dos torres con estancias donde se situaba la guardia. También había estancias encima de los arcos de entrada. Normalmente tenían uno o dos vanos, cubiertos con bóvedas de cañón.
Las puertas de las ciudades, según el rito antiguo, no eran sagradas, como los muros, por esto cuando se trazaba el perímetro de la ciudad con un arado, se levantaba éste para que no roturase donde iban las puertas, ya que como sirven para la entrada y salida de lo bueno y de lo malo no correspondía sacrificarlas, por lo que correspondía a los ciudadanos la custodia de ellas.
Por ser lo primero que veían los que llegaban a la ciudad, estaban muy ornamentadas (torres, arcos, estatuas).
Una de las puertas más representada en las monedas romanas es la de Emérita Augusta.

Puerta de Emérita fortificada con la inscripción EMERITA. Denario de Augusto. Emérita 25-23 a.C.

Murallas de una ciudad, sobre cuya puerta se lee TVSCVL (Tusculum). Recuerda a Servio Sulpicio Rufo, tribuno militar en el año 383 a.C., en el que tres años antes liberó a la ciudad de Túsculum del cerco que le habían puesto los latinos. Áureo de Lucius Servius Rufus (Familia Sulpicia).

