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 Exposición de monedas para el "Mejor ensayo"

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MensajeTema: Exposición de monedas para el "Mejor ensayo"   Exposición de monedas para el "Mejor ensayo" Icon_minitimeMiér 25 Feb 2009, 20:46


Aquí podréis mostrar vuestras monedas, acompañadas de su estudio pertinente, mediante análisis históricos, numismáticos, arqueológicos, etc.

Un momentico A fin de no saturar el hilo, anversos y reversos de monedas deberán estar en una misma imagen.

Este hilo abrirá el 8 de abril. 🖱
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MensajeTema: Re: Exposición de monedas para el "Mejor ensayo"   Exposición de monedas para el "Mejor ensayo" Icon_minitimeLun 08 Abr 2024, 17:11

Hola a tod@s los foreros. Parece que voy a tener el honor de aperturar el concurso y voy a hacerlo con una pieza de pecio, como todos ya saben que me gusta, pero con unas particularidades adicionales...

Felipe IV, 8 Reales. 1650 O. Potosí. Resello “P” coronada. Valor 7 ½ Reales. PCGS VF DETAILS

Hola a tod@s, hoy voy a presentar otra de esas monedas que en el pasado no sabía apreciar como corresponde, pero que, con el paso del tiempo, acabas por comprender su contexto y valorar su singular belleza. Se trata de 8 Reales acuñados en la ceca de Potosí a nombre del Rey Felipe IV en el año 1650, como consecuencia del famoso “Escándalo” que sacudió a la principal ceca de América del Sur y del que ya hablaremos más adelante. Vinculado al mismo, vemos que porta un resello en el reverso, que fija su valor en 7 ½ Reales y que también detallaremos más abajo.

Datos de la pieza:
Nominal: 8 Reales
Año: Entre los años 1649 y 1651 de acuerdo a la inicial del ensayador pero que, de acuerdo al libro “Castillos y Leones en las Macuquinas de América”, del autor Gregorio Cortés, la tipología de los castillos y los leones del anverso, unidos a los adornos que vemos alrededor de la marca de la ceca, en el reverso, corresponden con la emisión del año 1650. No obstante, esta pieza sería resellada posteriormente, entre 1651 y 1652.
Ceca: Potosí (Letra “P” a la izquierda del escudo; en el anverso)
Peso: 26,24 gr (aprox.)
Diámetro: 38 milímetros (aprox.)
Canto: Liso e irregular (“Cob”, “Cabo de barra”).
Forma: Redonda e irregular
Metal: Plata de 930.555 milésimas
Tipo de acuñación: A martillo.
Estado de conservación: PCGS VF DETAILS “SALTWATER DAMAGE”. En el anverso, podemos ver las armas del escudo parcialmente visibles, pero bien marcadas y sin el escusón portugués. Tanto la corona como las leyendas que rodean el escudo casi no son apreciables, impidiendo identificarlas adecuadamente. La marca de la ceca es visible a la izquierda del escudo, así como la inicial del ensayador, pero no el valor nominal que, en esta emisión, se muestra en números arábigos, a la derecha del escudo. Leves marquitas en el campo, pero sin arañazos ni golpes. Vanos de acuñación que afectan a los detalles centrales y una grieta entre las 15 y las 16 h. Se aprecian evidentes signos de corrosión marina. El reverso, presenta una apariencia similar, con los cuarteles centrales bien definidos aunque con mejor detalle en los leones que en los castillos, así como la Cruz de Jerusalén y los círculos que la bordean. Las leyendas no son visibles en esta cara. Resello estampado entre el primer y el segundo cuartel consistente en una “P” coronada dentro de dos círculos. Pequeñas marquitas repartidas por la superficie de forma homogénea y una grieta a las 17 horas. Sin golpes. Vanos de acuñación que afectan a los detalles, además de evidente corrosión marina. El canto, liso e irregular, no muestra desperfectos reseñables más allá del cercenado o el limado típico para extraer pequeños trozos o polvo de plata, una práctica muy habitual en aquella época. A nivel general, se trata de una pieza acuñada a martillo bastante completa, con buena parte de los elementos relevantes a la vista, algo muy valorable en este tipo de acuñaciones. Su forma irregular le da una apariencia propia e irrepetible, donde no hay dos monedas iguales. Bella pátina oscura y marrón en ambas caras, con vanos propios de una acuñación imperfecta que afectan a las leyendas y a parte de la iconografía de la pieza. Las oxidaciones marinas nos hacen sospechar en que esta pieza pudo haber sido extraída de un pecio, del cual ya han salido buena parte de las monedas con características similares.
Variantes: Existen fundamentalmente dos emisiones para el año 1650. La primera consistiría en el propio 1650 integrado en la leyenda del reverso, de la forma en la que ya estamos acostumbrados. Además, es necesario señalar que, para dicho año también existe otra emisión que incluye la inicial del ensayador por duplicado en el anverso, al igual que sucedería en el año siguiente, 1651. Esta última no puede ser verificada al encontrarse hipotéticamente la segunda inicial del ensayador justo debajo del valor nominado “8”, a la derecha del escudo, en el anverso, al no estar visible en el ejemplar que nos ocupa. Finalmente, debemos tener en cuenta que, para las últimas emisiones de este tipo, es decir, las comprendidas entre los años 1650 y 1652, existen a su vez 3 variantes en el número “5” de la fecha. Primeramente, el “español”, es decir, aquel con el trazo superior más grueso y la barriga redondeada, pero que finaliza con el trazo final casi recto. El segundo, conocido como “local”, es similar al anterior, pero con un trazado más fino y la barriga termina en pico, para luego caer como un rayo. Finalmente, el “moderno”, con un diseño similar al que tenemos hoy (“5”). Como en este ejemplar la fecha no se encuentra visible, nuevamente, no podemos determinar cuál de las tres variantes estaría presente en este caso.
Tirada: Este ensayador estaría presente en estas acuñaciones entre los años 1649 y 1651 por lo que, de acuerdo a los trabajos de nuestro amigo Glenn Murray, sabemos que para los 8 Reales acuñados en 1649 se acuñaron 4.283.134 unidades (ensayadores “Z” y “O”), para 1650 se estiman en 3.221.486 monedas y, para 1651, unas 2.925.488 piezas (ensayadores “O” y “E”).
Resello: En el reverso podemos ver, entre los dos cuarteles superiores, un resello con forma de “P” coronada, dentro de un círculo y con una orla de puntos exterior. Sabemos que fue realizado durante la “Gran Transición” que experimentaría esta ceca entre los años 1649 y 1652 tras el “Gran Escándalo” aunque PCGS ha delimitado un poco más esta horquilla temporal, fijándola entre 1651 y 1652, de acuerdo a la etiqueta que encabeza el holder que la contiene. El resello se realizaría sobre las monedas de mayor módulo, fundamentalmente sobre los 8 Reales, pero también sobre los 4 Reales y no se empleó un único tipo de resello. A día de hoy se tiene constancia del uso de las letras F, G, L, O, S,T y Z, además de la ya mencionada letra “P”, todas ellas coronadas, incluyendo alguna que otra marca adicional, como es el caso de una corona (sin letra) dentro del círculo que, a su vez, presenta dos variantes. Sobre ésta última, podemos encontrar una corona con la parte superior cerrada y otra abierta, ambas dentro de un círculo rodeada de puntos. También existe otra marca que incluye, dentro del mismo, el monograma del propio soberano, Felipe IV. A todo esto es necesario señalar que se han documentado y clasificado hasta 27 variantes de estos resellos. El objetivo no era otro que el de identificar aquellas monedas que el ensayador Juan Rodríguez de Rodas había fabricado con entre 5 y 6 granos de fino menos de lo que correspondía por lo que, para evitar el coste oneroso para la Hacienda Real, tras lo sucedido anteriormente en Potosí, se procedió a marcarlas con estos resellos para establecer su valor nominal en 7 ½ Reales, en lugar de los 8 Reales que rezaba su facial. A estas monedas reselladas en tales circunstancias se les conoció con el sobrenombre de “rodasas”, término que se siguió utilizando posteriormente entre los habitantes de esta región para referirse a monedas “falsas” o “de mala ley”.
Pecio: Aunque PCGS o la propia casa de subastas no hacen referencia expresa a que esta moneda proceda de un pecio, la realidad es que ha sido certificada como “SALTWATER DAMAGE” por lo que hay una referencia expresa a que estuvo en contacto prolongado con el agua del mar, algo que corroboran las oxidaciones marinas que vemos en ambas caras. Afortunadamente para nosotros, todas estas “rodasas” que parecen haber sido rescatadas del mar tienen un origen común, el pecio del “Jesús María de la Limpia Concepción”, conocido como “La Capitana”, hundido en octubre de 1654 frente a las costas de Chanduy, en lo que hoy es Ecuador. Se tiene constancia que el barco llevaba una carga sobredimensionada, alimentada por las riquezas no declaradas, factores que pudieron afectar en el momento del hundimiento. Se sabe que en su interior iban monedas correspondientes al “Gran Escándalo” (“rochunas”) y monedas reselladas en los años siguientes, como la que aquí se muestra (“rodasas”), además de otros valores emitidos entre 1649 y 1654. El descubrimiento del pecio lo realizaría la compañía “Sub-American Discoveries, Inc”, en noviembre de 1996.
Pedigree: Ex Heritage Auction (Lote #64229, Subasta #232308, 23/02/2023)
Referencias bibliográficas: "KM-C19.4" y "AyCal (#1486-1489, tipo 327)”
Rareza: Rara (“R”), dadas las circunstancias que afectaron a estas emisiones durante un momento especialmente reseñable no sólo a nivel de las finanzas del Imperio y el prestigio internacional de su moneda, sino también a nivel numismático.
Ensayador: Juan Rodríguez de Rodas (1649-1651) aunque, primeramente, se había designado a Rodríguez de Caminos (sigla “O” con un punto en el centro), y su ayudante Antonio Ovando (“O”), ambos destituidos de su puesto por corrupción.
Reinado: Felipe IV (1621-1665) “El Rey Planeta”
Dinastía: Casa de Austria
Leyendas:
Anv.:PHILIPPVS + IIII + D + G + HISPANIARVM” [LEYENDAS CASI NO VISIBLES] alrededor de una orla de puntos que guarda una representación del escudo coronado con todas las armas que componían España en aquel momento. A la izquierda del mismo, letra “.P.” en alusión a la ceca de Potosí con un punto encima y otro debajo. Bajo la misma, la inicial del ensayador, “O” con un punto en el centro  de la vocal y debajo de ella. Finalmente y, a la derecha, valor nominal en caracteres arábigos, “.8.” con puntos arriba y debajo del mismo. Como este último dato no está visible, no es posible determinar si el valor nominal se encuentra sólo o, si debajo del mismo hay, a su vez, nuevamente, la inicial del ensayador en idéntica disposición que lo señalado a la izquierda del escudo. Leyenda muy parcial sólo en el último cuartel del primer cuadro, a la izquierda.
Rev.:+ ET INDIARVM REX ANO 1650” [LEYENDAS NO VISIBLES] alrededor de una orla de puntos que guarda la representación de la Cruz de Jerusalén con dos castillos y dos leones acuartelados y, a su vez, dentro de una figura geométrica de ocho lóbulos de doble trazado. Sobre los dos cuarteles superiores, se aprecia un resello consistente en una letra “P” coronada dentro de un círculo, a su vez, rodeado por una orla de puntos para reducir su valor nominal a 7 ½ Reales.
Apunte histórico: Hacia el año 1641, el principal responsable de la ceca de Potosí, Francisco Gómez de la Rocha, se valió de una red de contactos y compra de voluntades entre los estamentos más altos del Virreinato y la propia ceca para comenzar a labrar monedas de plata con una ley inferior a la que debían tener de acuerdo a las Ordenanzas y embolsarse así, unos cuantiosos “ingresos extra”.
Como no podía ser de otra forma, la llegada de la Flota del Tesoro a las provincias americanas supuso el detonante de esta trama corrupta, pues las emisiones eran de tal magnitud, que una importantísima remesa de estas monedas embarcó como parte del Tesoro Real y llegaron a los puertos peninsulares en 1648. Los abundantes gastos de la Corona y el Imperio habían acumulado a lo largo de los años grandes deudas a favor de prestamistas italianos y otras familias influyentes en Europa. Llegados a este punto, sería un grupo de comerciantes de Marsella los que descubrieron que aquellas monedas con un facial de “8 Reales”, realmente, tenían un fino que correspondía a “6 Reales”, es decir, dos menos de lo que se supone que debía valer la moneda. La noticia y las quejas se extendieron por Europa como la pólvora y esto suponía la pérdida de confianza en la principal divisa internacional. Pronto llegaría a los oídos del propio soberano español, Felipe IV, que no acogió de buena gana aquel intento de engaño ya que, en definitiva, se trataba de un intento de fraude contra el Tesoro Real e, incluso, contra el propio monarca.
De esta forma, Felipe IV ordenaría la recogida y fundición de todas las monedas “febles” y la acuñación de una nueva moneda con una simbología diferente a la anterior, para que no hubiera duda sobre su pureza y prestigio.
Por lo tanto, se decidió enviar a Francisco de Nestares Marín, una persona de máxima confianza de la Corona, para imponer el más severo castigo a aquellos que estaban involucrados en la fabricación de “mala moneda” y que ya suponía un montante de unos 472.000 pesos. Nestares Marín llegaría a Potosí en diciembre de 1648 y mostró al Virrey del Perú una pequeña muestra de las piezas de mala ley que habían sido examinadas en Madrid  por los propios ensayadores reales Andrés de Perera y Pedro de Arce. Curiosamente, unos años antes, en 1644, ya constaba documentación relacionada con una inspección realizada en la ceca y que detectó ciertas “irregularidades”, pero que no se tomó en consideración y no se aplicó medida alguna.
Con ello, se le aplicaría a Francisco Gómez de la Rocha la pena del garrote y, al ensayador de la ceca, Ramírez de Arellano, la horca, procediéndose además a incautar sus bienes para minimizar el impacto en las arcas reales. Los bienes de Gómez se valoraron en unos 365.000 Pesos, por lo que la pérdida para la Hacienda Real terminaría siendo de en torno a los 107.000.
Nestares Marín realizaría una investigación adicional en la ceca y examinó el circulante de los tres ensayadores que trabajaron allí durante el periodo de tiempo afectado, detectando un “feble” que iba desde el 6,25% en el caso de Ovando, un 25% para las de Elgueta y un terrorífico 62,5% para las emisiones durante el periodo de Ramírez de Arellano. Esto puso de manifiesto el alcance real de la trama y como ésta había ido a más con el transcurso de los años y la aparente impunidad del fraude. Se decidió rebajar el valor en 1/2,  2 y 4 Reales respectivamente para las piezas de valor facial de 8 reales, aplicando una proporción similar para las de 4 Reales. Las emitidas por los dos primeros ensayadores siguieron circulando, una vez aplicado un resello que diera fe de su nuevo valor, en cambio, los del último ensayador se retiraron para ser refundidos dada la importantísima merma en la pureza del metal.
Sin embargo, eliminar todo ese circulante de golpe produciría un perjuicio de difícil reparación, pues se generaría un problema de falta de circulante en la región, por lo que se decidió recoger y fundir todas esas monedas, pero mientras circularían devaluadas, pasando los 8 Reales a valer 6 y los 4 Reales a valer 3. A esta “mala moneda” se la conocería con el sobrenombre de “rochunas” en referencia al apellido del artífice de la trama.
Hasta 1650 no logró encarrilarse la mencionada solución cuando, además, llegaría desde Madrid un nuevo ensayador que comenzaría de inmediato a acuñar nueva moneda y cuyo nombre era Juan Rodríguez de Rodas. Las prisas por dar salida a toda esa plata, evitar un problema local y recuperar el prestigio internacional quizás fueron la causa de un nuevo problema en las acuñaciones, pues no se midió adecuadamente el fino de las monedas, quedando todas ellas con 5 ó 6 granos menos de lo que se supone que debían tener. Así se generó un nuevo problema para la Hacienda Real, pero que, a priori, no podía comprarse ni de lejos con la casuística anterior y permitieron su circulación de forma provisional aplicando un resello distintivo, como el que se muestra en el ejemplar que ilustra esta ficha, para reducir su valor nominal de 8 a 7 ½ Reales. A estas monedas, la gente empezaría a llamarlas como “rodasas”, en honor al nuevo ensayador. Para todas estas operaciones de devaluación monetaria se establecieron las famosas “Cajas Reales”, que se ubicaban junto a los edificios administrativos principales en los grandes núcleos de población y, de forma improvisada, en aquellas ciudades o pueblos más pequeños. Estas “Cajas Reales” estamparían un resello que serviría para establecer el nuevo valor señalado, como se aprecia en este ejemplar.
Como el daño al prestigio de la moneda española ya estaba hecho, se decidió acuñar una nueva moneda cambiando totalmente la simbología respecto a las emisiones anteriores, incluyendo las ya célebres Columnas de Hércules coronadas y de pie sobre un mar de olas, simbología que quedaría unida de forma permanente a nuestro país de una manera u otra. Este cambio quedaría plasmado en la Real Cédula del  17 de febrero de 1651 y pretendía eliminar todo el circulante anterior para evitar confusiones en el futuro, estableciendo la mencionada nueva temática, así como la actualización de las penas a aquellos que cometieran falsificación o fraude. Se establecería un plazo inicial de 8 meses para la retirada de las “rochunas”, pero que se terminaría modificando dadas las dimensiones de toda aquella masa monetaria, estableciendo en unos 10 millones de Pesos las necesidades de circulante para aquel extenso territorio.
La necesidad de fundir toda esa plata de menor ley propiciaría la apertura de una nueva ceca, la de Lima, además de la recogida forzosa de la moneda “feble” de Potosí en las cecas peninsulares de Madrid, Segovia, Sevilla y Toledo, donde las piezas emitidas con fecha de 1651, muy probablemente, se acuñaran con la plata de esas monedas “rochunas”. No obstante y para dar cobertura a los posibles perjuicios ocasionados en toda la geografía peninsular, se reactivaron las viejas cecas de Burgos, Cuenca, Granada, Pamplona, Valladolid y Zaragoza, las cueles apenas tenían volumen o, incluso, llevaban un tiempo cerradas o sin actividad. Todas estas emisiones consistían en los valores de 4 y 8 Reales, con una acuñación de menor calidad en su diseño, además de un aspecto algo “tosco” para lograr alcanzar el objetivo en el menor tiempo posible. Sin embargo, también es necesario señalar que las ceca de Burgos emitió también el valor de 2 Reales, así como la de Zaragoza, que también haría lo propio con los valores de 2 Reales y 1 Real, aunque entendemos que en cantidades significativamente inferiores. Para el caso de esta última ceca, acabaría acuñando los cuatro módulos, también, al año siguiente. Todo este caos llegaría finalmente a su fin con la Real Orden del 18 de enero de 1653, donde se estandarizaría el nuevo circulante, cesando definitivamente la recogida de monedas anteriores y concluiría con el cierre de las cecas reabiertas y que hemos citado anteriormente.
Finalmente señalar que, aunque no lo había señalado con anterioridad, toda esta retirada de circulante no estuvo carente de problemáticas variadas y levantamientos sociales pues nadie quería ver reducido el valor del dinero que atesoraban y mucho menos, dejarlo sin valor, obligándolos a entregar el circulante antiguo, devaluado, para recibir el nuevo y consolidar así una pérdida en sus capitales. Levantamientos y revueltas más o menos violentas se sucedieron por todo el territorio sudamericano y las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas improvisadas para calmar los ánimos de la población hasta que el problema sería resuelto finalmente. El 6 de octubre de 1657 se emitiría un nuevo decreto que terminaría por extinguir, también, las monedas fraccionarias con la simbología antigua (1/2, 1 y 2 Reales), estableciendo un nuevo plazo para cambiarlas, así como su valor, según dónde éstas fueran entregadas. De esta forma, se zanjaría toda la cuestión de forma definitiva.
“La Capitana”: El “Jesús María de la Limpia Concepción” era un navío robusto de unas 1200 toneladas que había sido construido en los astilleros de de Guayaquil en el año 1644, con unas medidas de unos 130 pies de largo, lo que suponían unos 40 pies más que los de cualquier otro barco español que hubiera sido construido en América por aquel entonces, mayor aún que el afamado “Nuestra Señora de Atocha”, el cual naufragó en 1622.
Así, el 18 de octubre de 1654, el que en ese momento era el buque insignia de la “Armada de los Mares del Sur”, armado con 60 cañones, zarparía de Callao (Lima) rumbo a Panamá con, de acuerdo al manifiesto, 2.212 barras de plata, 216 cofres que contenían monedas de idéntico metal, 22 cajas que contenían copas, cántaros y candelabros, también de plata. Todo ello sin mencionar la carga no registrada o de contrabando, que a veces podía igual o superar el cargamento oficial del buque, generando un peligroso sobrepeso. Por supuesto, “La Capitana” iba acompañada de “La Almiranta”, con Don Alonzo Montero a los mandos y que debía ajustar a la perfección su rumbo para no sobrepasar a la ya sobrecargada nave insignia.
Así, el 26 de octubre, el piloto de la nave, Don Miguel Benítez y el capitán, De Sosa, confiaban en que el barco saldría de los peligrosos arrecifes a través de Punta Santa Elena y podría continuar navegando hasta la Isla de la Plata. Sin embargo, en torno a las 11 p.m. la tripulación detectó rocas que sobresalían del agua en medio de la noche y que apenas podían percibirse desde la embarcación con el tiempo suficiente para evitar una colisión. Lamentablemente y, con las primeras luces del alba, descubrieron horrorizados que habían golpeado los arrecifes hasta en tres ocasiones y el timón estaba muy dañado. El agua ya había penetrado en las bodegas del barco y había unos 8 pies de altura que la tripulación, exhausta, no lograba disminuir. Aquí es precisamente donde entra en juego la carga no registrada y es que, de acuerdo al testimonio de un miembro de la tripulación que sobrevivió al naufragio, los bienes de contrabando eran de tal magnitud, que se amontonaba sobre la cubierta de proa y encima de los cables del ancla, impidiendo a la tripulación poder bajarla.
El pánico se apoderaría del pasaje y aquellos más acaudalados trataron de sobornar al contramaestre y otros miembros de la tripulación para que los llevaran a tierra. Otros aprovecharon el caos y la confusión para el pillaje, llenando sus bolsillos y algunas bolsas de menor tamaño con monedas de plata para, posteriormente, tratar de alcanzar la orilla a nado. Unas 20 personas fallecieron tratando de alcanzarla.
El capitán del barco había decidido esperar a que la marea subiera y, cuando esto sucedió, logró finalmente acercar un poco más la maltrecha nave hasta la costa para que encallara en aguas poco profundas. El capitán enviaría a Don Francisco Tello en una góndola hasta “La Almiranta” para que ésta fuera a buscar ayuda en el menor tiempo posible, pero regresaría al barco informando que ésta también había sufrido daños, aunque  más tarde vieron como ésta izaba su vela y comenzaba a alejarse, acto que enfurecería al capitán De Sosa y a la tripulación.
Con el objetivo de que el barco no fuera de utilidad a potenciales enemigos y para un mejor acceso a la carga de valor, se quemó el barco hasta la línea de flotación. No obstante, los registros oficiales hablan que durante el hundimiento de “La Capitana”, se perdieron unos 3 millones de Pesos de plata, que se incrementaron hasta los 10 millones si incluimos los artículos de contrabando y el capital personal de los pasajeros. Si tenemos en cuenta que la producción de monedas de plata en el Perú era de entre 6 y 7 millones de Pesos al año, en “La Capitana” se perdería casi la producción de un año y medio.
Durante los 8 años venideros, un equipo profesional de rescate enviado por las autoridades virreinales lograron rescatar más de 3 millones de Pesos entre monedas y lingotes, además, el propio capitán Sosa rescataría 1,5 millones de Pesos adicionales. Sin embargo, un rescate posterior sacaría a la luz unos 2 millones de Pesos “extra”, lo que se tradujo en un gran revuelo ya que la carga “oficial” registrada, como ya hemos dicho, era de 3 millones de Pesos de plata. Curiosamente, el principal “salvador” de todos estos capitales no fue otro que el propio maestro de plata del barco, Bernardo de Campos, entre los años 1650 y 1660, principal responsable del exceso de carga que llevaba “La Capitana” y que causó el naufragio de la nave. La sección inferior del barco resultaría inalcanzable para los medios de la época, permaneciendo en el lecho marino a la espera de ser rescatado.
Como dato curioso, parece ser que uno de los oficiales testificó ante un tribunal que evaluaba las circunstancias del hundimiento que había visto al capitán De Sosa desnudo en su camarote y consumiendo la “planta paraguas”, un hongo de la zona con propiedades alucinógenas, dando por hecho el hundimiento y balbuceando acerca de “reunirse con Dios”, impidiendo así una gestión diligente de la situación.
El rescate: En 1996 el Capitán Hermón Moro y su tripulación redescubrirían el naufragio, concretamente, empezando las labores de rescate en 1997. Para poder ponerse en marcha fue necesaria una compleja negociación con las autoridades ecuatorianas de aquel momento, alcanzando un acuerdo de propiedad del 50% de los artículos rescatados para cada parte y que se materializaría un año después. El equipo no dudó en subastar las más de 5.000 monedas de plata que le tocaron en el mencionado reparto mediante subasta pública en 1999.
El cargamento rescatado: Estaba compuesto mayoritariamente por monedas de 4 y 8 Reales de la ceca de Potosí, atendiendo a tres tipologías. Primeramente, las acuñadas entre los años 1649 y 1652, portando los famosos resellos correspondientes al famoso “Escándalo” y de las que ya hemos hablado. En segundo lugar, las consideradas como una emisión de “transición”, fechadas en 1652 y, finalmente, las nuevas acuñaciones de “Pilares y Olas”, emitidas en los años 1653 y 1654. El estado general de las piezas rescatadas a finales del pasado siglo XX era “bastante bueno” en comparación con otros pecios de la época, tal y como podemos ver en el ejemplar que se muestra.
Una trágica coincidencia: Cuando los españoles acudieron al lugar del naufragio y rescataron las monedas que pudieron en aquel momento, las enviaron a Cuba en 1654, donde volverían a ser reembarcadas en el “Nuestra Señora de las Maravillas”, que también naufragó el 4 de enero de 1656. Como curiosidad adicional, también se realizaron labores de salvamento de parte del cargamento de este segundo pecio donde el barco “Madama do Brasil”, también acabaría naufragando frente a “Gorda Cay” (Bahamas) en 1657 con el tesoro rescatado de “Las Maravillas” en sus bodegas. Como hemos podido comprobar, algunas de estas piezas han sobrevivido a tres naufragios consecutivos, por lo que parece que estaban condenadas a no llegar a su destino.
Sin embargo, los problemas para nuestro país no parecían tener fin por aquella época, pues una pequeña escuadra de barcos merodeadores ingleses que habían estado asaltando barcos cerca de la Bahía de Cádiz, terminarían por hundir otra Flota del Tesoro en el año 1657 frente a la capital de mi tierra, Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias). La pérdida de “La Capitana” y del resto de caudales mencionados sin duda fue un importantísimo golpe financiero para las arcas de una Corona española excesivamente endeudada por la expansión de sus territorios, unidos a la corrupción de sus dirigentes y los caprichos del monarca. Por lo tanto y, para concluir, podríamos decir que este momento sería el principio del fin de la hegemonía Española en la esfera mundial frente a otras potencias como Reino Unido, Francia o los Países Bajos.
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Espero que os guste! Saludos
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MensajeTema: Re: Exposición de monedas para el "Mejor ensayo"   Exposición de monedas para el "Mejor ensayo" Icon_minitimeLun 08 Abr 2024, 19:49

Buenas tardes Numismáticos,

Para la exposición de mi pieza, he pensado en algo más dicharachero, buscando algo tipo noticia, curiosidades... a ver si os gusta:

Os presento a: "Felipe V, 8 Reales de México, de 1741, recuperados del Pecio Klein Hollandia"



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MensajeTema: Re: Exposición de monedas para el "Mejor ensayo"   Exposición de monedas para el "Mejor ensayo" Icon_minitimeLun 08 Abr 2024, 20:06

50 Céntimos 1904 (*1 *0). El triunfo de Almudena.

Buenos tardes a todos.
Me gustaría contaros una historia ficticia, pero que refleja la lucha, la constancia y el tesón de una niña en una época no muy lejana y qué bien podría haber sucedido de verdad.
¿Me acompañáis?, os lo agradecería mucho.

Aquella niña que creció cuidando de sus hermanos pequeños y ayudando a su madre en todo lo que podía, jamás ni por un segundo, imaginó lo que la vida le depararía. Almudena era una niña con una fuerte e impactante mirada producida por sus bellísimos ojos verdes, su cara angelical y su voluminosa y también descuidada melena de color negro. Ella siempre había sacado fuerzas para seguir leyendo y haciendo los ejercicios que Don Manuel, su profesor de la escuela de la barriada, le mandaba.

No era una vida fácil, desde luego que no. Su barrio era de los más empobrecidos de la ciudad de Madrid, sus calles sin adoquines y el barro que dejaba tras de sí las lluvias de los meses de otoño hacían de él uno de tantos lugares donde muchos emigrantes a la gran ciudad establecían su primera vivienda, en las afueras del Madrid que sí aparecía en los mapas.
La comunicación con el centro era el carro tirado por un burro perteneciente al tío Simón, un agradable extremeño que siempre hablaba maravillas de su pueblo mientras conducía a los trabajadores y a los niños a sus respectivos lugares. Ese era uno de los mejores momentos de aquellos días, oír al tío Simón hablar de lo bien que se come en su tierra, de lo bonito de su iglesia y de las buenas gentes que allí habitaban, siempre siempre, el tío Simón acababa con una lágrima en su rostro.

Era un mundo difícil para Almudena, ella misma era conocedora que su condición de mujer lo primero y pobre, lo segundo, jamás podría tener oportunidades de progresar en una sociedad marcada por unas reglas marcadas desde hacía siglos, que empezaban a quedarse viejas y obsoletas. 
Pero ella, siguiendo los consejos de sus padres y sobretodo de Don Manuel, decidió que aunque las noches fuesen duras estudiando cerca de la cama de sus hermanos, con aquella vela de cera que apenas alumbraba, intentando vencer el cansancio de unas jornadas de no parar en casa, venciendo todo eso, ella tenía que seguir estudiando.

Los años fueron pasando, sus antiguas amigas del colegio fueron desapareciendo de las aulas, todas y cada una de ellas ya estaban ayudando a sus madres en las tareas domésticas, igual pasaba con la mayoría de sus compañeros pero ellos no estaban en casa, estaban trabajando en aquellas fábricas de mala muerte o labrando las tierras de otros. 
Don Manuel había hablado con centros de enseñanza superiores avalando con su palabra de caballero que un par de sus alumnos estaban en condiciones de cumplir con las expectativas de aquellos centros y de su buena reputación, Don Manuel quería a sus alumnos y sabía que debía luchar por ellos.
Finalmente tras muchos intentos fallidos y muchas decepciones con el sistema implantado en la sociedad de la época, Don Manuel consiguió que un centro de buen nombre aceptase a Almudena. Tras hablar con uno de sus docentes, este acepto de buen grado que Almudena cursase los estudios en aquel centro, debido también a una grata conversación en un baile, celebrado en el Palacio Real, con una gran novelista de la época, su nombre, jamás lo olvidaría Don Manuel, Emilia Pardo Bazán. 

Almudena corrió a coger el primer viaje del tío Simón al centro, iba con sus zapatos de los domingos y un traje nuevo que con mucho orgullo le habían confeccionado las mujeres del barrio, abrumadas por el hecho que la niña había conseguido. La sonrisa de Almudena iba de oreja a oreja, nerviosa por ir a ese centro elitista de estudios donde todos los alumnos eran de clases pudientes.

Tampoco fue fácil esta época, los alumnos, todos muchachos, la hacían de lado, sus profesores aunque no la trataban de manera diferente, si la miraban como ese bicho raro que habitaba las aulas.
En fin, Almudena tenía permiso del centro para quedarse por las tardes en la inmensa y muy completa biblioteca del centro, muchos días apenas comía, solo estudiaba a pesar de las insinuaciones, reproches y comentarios inapropiados de sus compañeros.
El tío Simón, orgulloso de que aquella niña de ojos verdes estudiase en uno de los mejores centros de la ciudad, la recogía por las tardes en las oscurecidas calles adoquinadas donde se situaba el centro y la llevaba a casa, donde Almudena seguía estudiando después de cenar.
Sus buenas notas consiguieron que fuese aprobando cursos y su poca actividad política, no como sus compañeros, hicieron que sus profesores empezasen a mirarla de manera diferente, quizás con los ojos de observar un trabajo bien hecho, un trabajo conseguido con esfuerzo, salvando las distancias sociales y económicas, salvando sobre todo la hipocresía y rompiendo las estúpidas y obsoletas reglas de la época.

Llegó el día, 8 de marzo de 1910, Almudena ya no cogió el carro del tío Simón, muy a su pesar pués le quería muchísimo, iba a coger el vagón tirado por caballos que hacía poco había llegado al barrio por orden del mismísimo Alfonso XIII. Todos los vecinos, su antiguo profesor Don Manuel, sus padres y hermanos, todos observaban emocionados y entre aplausos, a aquella niña, convertida ya en toda una joven, de melena negra voluminosa, como lo había conseguido, como había conseguido llegar a la universidad exactamente el mismo día que se aprobó el decreto promovido por Doña Emilia Pardo Bazán, para que las mujeres pudiesen estudiar en los centros universitarios.

Almudena, era esa niña que apenas dormía estudiando con aquella paupérrima vela en la habitación, mientras sus hermanos dormían, aquella niña que superó insultos, insinuaciones y desprecios en el elitista centro de estudios, ubicado en la zona noble de la ciudad, aquella niña que siguió los consejos de sus padres... Lo consiguió.

Almudena montó en el vagón a caballo y sacó una moneda para pagar, pero justo en ese momento, levantó la mirara hacía el revisor y nerviosa y con un hilito de voz le comentó, si esa moneda de 50 Céntimos que tenía entre los dedos, podía dársela en lugar de a él, al tío Simón que desde la lejanía y con lágrimas en los ojos, subido a su antiguo y querido carro, veía como la muchacha a la que había cuidado y querido como a una hija, cumplía un hito. El revisor viendo el espectáculo emocionante y alegre que se había montado en la calle, aceptó curiosamente de buen grado y Almudena corriendo entre todos sus vecinos y amigos, se dirigió al carro del tío Simón y le dio la moneda fundiéndose en un emotivo abrazo inmediatamente después.

La moneda que Almudena le dió al tío Simón...
Exposición de monedas para el "Mejor ensayo" Polish-20240315-201206577

Alfonso XIII    
Valor 50 céntimos
Ceca Madrid (estrella 6 puntas)
Año 1904 * 10
Ensayadores (P•C): Vidal Pieró Zafra y Rafael Caro y Fresneda
Juez de balanza (V): Remigio Vega Vega
Grabador (BM): Bartolomé Maura
Material Plata 835 mls
Diámetro (mm) 18,5
Peso (g) 2,5
Acuñación A volante
Canto Estriado
Acuñadas 1.303.000

¡¡Suerte a todos!!
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MensajeTema: Re: Exposición de monedas para el "Mejor ensayo"   Exposición de monedas para el "Mejor ensayo" Icon_minitimeLun 08 Abr 2024, 21:20

1578. FICHA/JETÓN DE CUENTA “ÉXITO EN LA LUCHA CONTRA ESPAÑA”. La imagen de los españoles en los Países Bajos.

Abordo la protohistoria de la que será una de las potencias más importantes de Europa (dominó mundos y mares con su flota comercial):
La República de las Siete Provincias Unidas de los Países Bajos.


Con un jetón de cuenta me adentro ya en la guerra de los Ochenta Años (1568-1648).

Guillermo de Orange asume el papel de “padre de la patria”, pero aún no cree que pueda deshacerse de los españoles por sí solo.

Modismo erudito visual-textual:
Exposición de monedas para el "Mejor ensayo" Img_2724

La rosa (❀), al igual que también lo hace en el reverso, nos indica el comienzo de la leyenda y, además, la ceca que realizó el jetón: Dordrecht.

Una impactante imagen en el anverso interrelacionada con otra en el reverso (ambas son analogías) cristalizada por leyendas latinas circunscritas con textos bíblicos.

Representa un evento pasado y otro presente, los conecta (relación visual y metafórica) y predice un resultado favorable frente a lo incognoscible. ¡Ahí es nada!

No pude resistir el tener en la colección la representación de época de un soldado de los Tercios de Flandes.

Los jetones de cuenta son fichas, empleadas para realizar operaciones de cálculo sobre un tablero especial, marcado con cuatro líneas horizontales (sistema similar al de un ábaco).

Su empleo se generalizó sobre todo en la Administración de los Países Bajos durante la época de Carlos I y Felipe II.

1. Fueron un eficaz medio de propaganda y, muchos alegorizan acontecimientos contra el dominio de la Casa de Habsburgo reinante en la Monarquía Hispánica.

2. También describen los primeros pasos hacia la fundación de un nuevo Estado soberano, la república que formarán finalmente siete regiones independientes del norte.

1576.
Las tropas españolas llevan más de un año sin cobrar (la Hacienda Real quebró en 1575 por segunda vez durante el reinado de Felipe II), se amotinan, marchan hacia Flandes, saquean Aalst y luego irrumpen en Amberes, donde causan enormes estragos.

Esta “Furia Española” provoca un trauma colectivo. La aversión al ejército español y al gobierno organizado con Felipe II se generaliza.

Guillermo de Orange es ahora visto en el norte y en el sur como el líder absoluto de la resistencia antiespañola.

A pesar de todo, las Diecisiete Provincias (leales y rebeldes) de los Países Bajos alcanzan un acuerdo que determina las condiciones para una paz con la Monarquía Hispánica, la Pacificación de Gante.

Nuevo gobernador general, 1576-1578:
Don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos I, hermanastro de Felipe II y gran artífice de la victoria de Lepanto.

1577.
Don Juan de Austria, en nombre del rey, acepta el acuerdo a través del Edicto Perpetuo.

Salida de las tropas españolas de los Países Bajos.

Guillermo de Orange no hace honor a la palabra dada ni respeta lo firmado, insiste en su Revuelta.

El rey autoriza el regreso de los tercios españoles.

1578.
Los holandeses persiguen el objetivo de crear un sentimiento de comunidad, se necesita con urgencia en un territorio fragmentado por las creencias religiosas (calvinismo y catolicismo).

Para legitimar su Revuelta y ganar nuevos partidarios formulan un antagonista concreto: todo aquel que sea súbdito de Felipe II de la Monarquía Hispánica.

Anverso.
Interpreta la guerra contemporánea con una analogía bíblica (indicativo de la floreciente cultura calvinista y su lectura e interpretación expansiva del Antiguo Testamento).

El deseo de establecer paralelismos fue arraigado en la noción de que el mundo era inmutable, que los eventos y resultados se repetirían.

Escena atractiva, el débil a punto de triunfar sobre el poderoso.

David deja a un lado el cayado de pastor y con la honda representa a Guillermo de Orange. Goliat, el gigante guerrero filisteo es un soldado español, que bien pudiera representar a Felipe II o, incluso, al no menos odiado (por esos lares) Gran Duque de Alba.

El imponente Goliat, cuya cabeza rompe la leyenda, le hace señas a David para que avance. Es un momento de incertidumbre, previo a la acción. El desenlace es sobradamente conocido, Dios guía el guijarro y David triunfa.

Mensaje simple y directo: Dios se asegurará de que su pueblo elegido prevalezca frente a gigantes formidables.

La leyenda resume la optimista composición:
❀ TV SOLVS DEVS ET MAGNA FACIS / Sólo tú eres Dios y haces grandes maravillas [Salmos 86].

Durante la Guerra de los Ochenta Años varios organismos (incluidos los Estados Generales y el Consejo de Estado), provincias e individuos encargaron los jetones a las casas de moneda oficiales de Dordrecht, Leeuwarden y Middelburg. Será la ceca de Dordrecht el epicentro de la propaganda rebelde.

Generalmente los jetones son de cobre, este que ahora engrosa la colección se acuñó en plata. Los de oro o plata solían ser un regalo de Año Nuevo para los funcionarios.

Reverso.
Del conflicto militar altamente emocional entre España y Holanda surge la construcción mediática y la difusión de estereotipos visuales, explotados con fines propagandísticos.

El simbolismo animal se encuentra entre las estrategias más llamativas para transmitir la imagen de los demás y de uno mismo.

Un breve inciso:
El concepto de “jardín holandés”:
Se emplea frecuentemente entre los siglos XVI y XIX y es representado por la Virgen o el león holandés rodeado por una valla hecha de ramas de sauce. Simbolizaba la seguridad no sólo del condado de Holanda, sino de todos los Países Bajos, como se puede ver en el siguiente ejemplo.
Aguafuerte anónimo 1578-1580:
https://medallasconmemorativas.files.wordpress.com/2023/11/img_20231103_221523.jpg
Houdt op in mijn tuin te wroeten Spaanse varkens!
¡Dejen de hozar en mi jardín cerdos españoles!
Las tropas españolas son representadas como amenazantes cerdos.
Invierto la imagen de uno de ellos y… ¿casual tanta similitud?
https://medallasconmemorativas.files.wordpress.com/2023/11/img_20231104_205310.jpg
Parece que con este jetón de cuenta también poseo un pedazo de «Houdt op in mijn tuin te wroeten Spaanse varkens!».

Continúo con el reverso:
El león holandés ya no protege/defiende el jardín, aquí y ahora se abalanza sobre el cerdo español, le acaba de hundir sus dientes en el cuello.

Reimaginados como animales David/Guillermo de Orange es un león (representación de los Países Bajos/gobierno de David sobre Judá) y Goliat/soldado español es un mero cerdo violentado.

El optimismo del anverso se ve ahora reforzado en la composición del reverso y su leyenda:
❀ FIDE D[omi]NO ET IPSE EFFICIET / Confía en el Señor, Él lo hará realidad [Salmos 37].

1578 en exergo.

Antropomorfizar la Revuelta se había hecho desde el comienzo del
conflicto y, aquí nuevamente el mundo de los animales satiriza y deja al descubierto la verdad optimista esencial: Dios garantizará que el bien triunfe sobre el mal, Dios prevalecerá sobre su enemigo.

En el transcurso de 1578 muchos estados y ciudades pasarán a manos del príncipe Guillermo de Orange, como Utrecht y Güeldres, Ámsterdam y Haarlem.

Módulo: 30 milímetros.
Peso: 6.21 gramos.
Catalogación: Dugniolle 2743.
La obra de referencia es Le jeton historique des dix-sept provinces des Pays-Bas por Jean-Francois Dugniolle (1876).
Para este jetón indica que versa sobre Stadhouderschap aangeboden aan Willem de Zwijger / ofrecimiento de estatúder* [de Holanda y Zelanda] a Guillermo de Orange, pero la intitulación correcta es… Éxito en la Lucha contra España.

*Estatúder: cargo político de los Países Bajos para representar provincias.

Diseñador que con este jetón de cuenta “calculó” que Dios apoyaría la causa de los rebeldes: Gerard van Bylaer (1553-1617).

Reflexión:
Hoy por hoy fichas (tokens/jetones) y medallas conmemorativas no son apreciadas por el coleccionista español, se centra básicamente en las monedas del mayor módulo posible. Sin la exonumia y la medallística sería frustrante por inviable el intentar desarrollar ciertos relatos metálicos completos.

El autor de este artículo: DRINFEAL.
Curador de mi propio museo, rehúyo el coleccionar más de lo mismo que los demás. Divulgar los conocimientos que adquiero es mi leitmotiv.
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https://medallasconmemorativas.wordpress.com
 
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